"El consumo de bienes es desmedido, se incrementa el transporte porque se incentivan las compras. Los vehículos son los principales culpables del cambio climático, y para reducir el tránsito no se hace lo suficiente", explica Pablo Cotarelo, de Ecologistas en Acción. Es uno de los grupos que critican que la vorágine comercial de la Navidad haga de éstas unas fiestas nada sostenibles.
Las principales ciudades españolas ya exhiben las luces de Navidad. No hay avenida o calle que se precie que no se disfrace en estas fechas con un buen número de bombillas de brillantes colores. El alumbrado navideño cada vez se enciende antes, cuenta con más bombillas, con más diseño, es más caro y se ha convertido en parte del espectáculo. Desde 2003 Madrid ha ido adelantando la inauguración de sus luces hasta fijarlo una semana antes. El alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, activó el interruptor el lunes. Otros años no se encendían hasta el 8 de diciembre, como sigue ocurriendo en ciudades como Bilbao. Más madrugadores son en Barcelona, donde el pasado viernes se iluminaron 310 calles.
Las ocho capitales andaluzas, por ejemplo, han multiplicado en los últimos años el presupuesto por este concepto hasta más de cuatro millones de euros. Duplicando el número de bombillas en las calles hasta casi siete millones de lámparas en las ocho grandes ciudades. Por debajo de los nueve millones de bombillas que exhibe Madrid, la ciudad con una iluminación más brillante. El alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, ha encargado las luces a diseñadores como Amaya Arzuaga, Juan Duyos o Ángel Schlesser. Cada uno de ellos se encargará de idear la iluminación de una céntrica calle de la capital.
Para ello, Madrid invierte cerca de cuatro millones de euros pagados íntegramente por las arcas municipales, como ocurre en las capitales andaluzas y en el País Vasco. En Barcelona, el coste se reparte a partes iguales entre Consistorio y empresarios.
Madrid consume en luz navideña 2,1 millones de kilovatios hora (Kwh), equivalente a la electricidad que consumen cerca de 6.700 hogares en un mes, según explica Pablo Cotarelo, de Ecologistas en Acción. Barcelona será más austera en su alumbrado. Consumirá 280.000 Kwh para iluminar 55 kilómetros de calles durante los 42 días que dura la campaña de navidad, lo que sólo emitirá 94 toneladas de CO2, aunque estos datos no incluyen la parte de la iluminación que sufragan los comerciantes.
Adena propone reducir los días de alumbrado navideño. Según Heiiki Willstedt, responsable de energías de la asociación ecologista, "las luces deberían encenderse como muy pronto una semana antes del día de Navidad. Hacerlo antes supone un derroche de electricidad", señala. Pero la realidad es que casi todas las capitales comienzan la campaña navideña a partir del último viernes de noviembre y lo extienden hasta después del 6 de enero.
Los empresarios defienden este calendario e incluso estarían a favor de ampliarlo. La navidad y las luces en las calle son una combinación que agrada a los ciudadanos. Pero sobre todo incentiva las compras. "Colorean las ciudades, provocan ilusión y favorecen las compras", reconoce un portavoz de la asociación de comerciantes minoristas madrileños. Los empresarios se muestran a favor de la iluminación callejera, incluso reclaman que se amplíen las fechas hasta después de reyes. "Así se alargan las compras y se evita que suban los precios en fechas clave", añade desde la organización empresarial. Y no dudan en ondear la bandera contra el cambio climático. Con las nuevas tecnologías se reduce el consumo y la contaminación, aducen.
La misma teoría sostiene la confederación empresarial madrileña. "Las grandes ciudades europeas han apostado por iluminar sus calles con lámparas de bajo consumo. Es lo que hay que hacer. Este año se han incrementado el número de bombillas pero se reduce el consumo. Hay que buscar un equilibrio", asegura un portavoz de la Confederación Empresarial Madrileña.
A pesar de ello, las luces navideñas crean un pequeño velo macilento que oculta todo lo que hay sobre ellas. Y lo peor: generan contaminación lumínica. "Hacen desaparecer las estrellas del cielo de las ciudades y las hacen más pequeñas al eliminar la perspectiva zenital", explica Paco Collado de la asociación valenciana Ecollum. "Se ven entre 5 y 100 cuerpos celestes menos que hace dos décadas", precisa Cipriano Marín, coordinador de Starlight, una iniciativa para defender el cielo nocturno.
España ha emitido en lo que va de año 1,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO
2), el principal culpable del cambio climático. Más de la mitad de los procesos de generación de electricidad en España proceden de la combustión de fósiles, como el carbón o el petróleo.
El Ministerio de Industria ha puesto en marca un plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética para el periodo 2008-2012, según el cual deberá reducirse cerca de cinco millones de toneladas de CO2 cada mes. "Para conseguir este objetivo se requieren muchos esfuerzos y mucha inversión. Sólo con el encendido de las luces de navidad se echa al traste este ahorro de emisiones", precisa Cotarelo de Ecologistas en Acción.
El Ayuntamiento de Madrid justifica que ha sustituido las tradicionales bombillas de hilo luminoso de azufre por lamparillas de led. Estas bombillas de bajo consumo son, también utilizadas en Sevilla, que adorna sus naranjos con estas lámparas, Barcelona y San Sebastián entre otras capitales. Pero no todo son bondades. Estas lámparas que son de 10 vatios, frente a las tradicionales de 60 vatios no son tan eficientes. "Se ha descubierto recientemente que la exposición de niños pequeños a luces tipo led produce alteraciones en el sueño", explica Pere Horts, vicepresidente de Cel Fosc, una asociación que vela por la limpieza del cielo en las ciudades.
Horts reconoce que algunos ayuntamientos motivados por el cambio climático ya están cambiando farolas y bombillas. En San Sebastián, el Ayuntamiento ha instalado placas solares en la terraza del consistorio, lo que supone un ahorro importante. Madrid, que invirtió el año pasado 8,2 millones de euros para sustituir 18.000 farolas con forma de globo, las que más contaminan. Pero estas medidas resultan insuficientes.
El Ministerio de Medio Ambiente tiene claro que los excesos de iluminación en las ciudades "presenta consecuencias perjudiciales para la biodiversidad y el medioambiente en general, en la medida en que se estén alterando de manera desordenada las condiciones naturales de oscuridad propia de las horas nocturnas". Y añade: "la contaminación lumínica afecta a la visión del cielo, el cual forma parte del paisaje natural y debe ser protegido". Sin embargo, en navidad se ocultan las estrellas.